Si lo analizamos con detenimiento, los grandes avances del ser humano siempre se basan en la observación y la aplicación de leyes o patrones que se encuentran en la naturaleza. Aunque se habla de inventores y creadores de esto o aquello, lo cierto es que la gran mayoría realmente ha descubierto las cosas que ya estaban presentes y ha encontrado la manera de aplicarlas para otros usos, que no es poco. A esta imitación de lo que se encuentra en la naturaleza se le llama biomimética.

La biomimética y la sostenibilidad

Cuando hablamos de biomimética, biomimetismo o biomimesis, nos referimos a lo mismo, a la capacidad del hombre para imitar lo que se encuentra en la naturaleza. En muchos casos, estos estudios han servido para fines destructivos o han tenido un claro interés comercial, lo que no necesariamente ha sido para el bien de la humanidad. Sin embargo, hay otras ocasiones en las que lo aprendido se ha empleado para hacer del mundo un lugar más sostenible. Te ponemos dos claros ejemplos.

1.Edificio Eastgate Centre

Este edificio situado en Zimbabue se inspira en los nidos de termitas que pueden encontrarse en zonas de temperaturas extremas. Estas termitas crean estructuras de arcilla que quedan expuestas a los rayos solares. Algo así podría parecer contradictorio, tal vez para más práctico enterrarse en la tierra. El caso es que la estructura y su sistema de ventilación funcionan.

Las termitas aprovechan la brisa y los contrastes de presiones o temperatura para hacer circular aire por un sofisticado entramado de galerías conectadas entre sí. En este diseño se inspiró el arquitecto Mick Pearce para crear el Eastgate Centre. El resultado es que se mantiene una agradable temperatura todo el año con solo un 10 % del consumo energético que dedicaría una edificación similar para generar un ambiente fresco.

2.Tren bala de Japón

Este tren resultó un verdadero orgullo para sus creadores, pero supuso un grave problema de contaminación acústica. Al salir de los túneles y desplazar todo el aire acumulado a alta velocidad, el resultado era el de una explosión acústica que afectaba a los pasajeros, a los lugareños y a toda la fauna de los alrededores.

Inspirándose en el pico del martín pescador, encontraron la solución. Este pájaro se dejaba caer al agua en picado desde el aire para alcanzar a los peces. Por un lado, no hacía ruido ni generaba perturbaciones. Por otro lado, entraba sin perder apenas velocidad, por lo que alcanzaba sin problemas a sus rápidas presas. La clave estaba en su afilado pico y en cómo este seguía la forma del cuerpo. Al aplicarlo a los trenes, se acabó la explosión de ruido y se mejoró la aerodinámica, con el consiguiente ahorro de combustible.

Biomimética en la salud

Como puedes ver en estos dos ejemplos, copiar el funcionamiento de la naturaleza es la mejor manera de encontrar alternativas ecológicas. Pero también puede aplicarse al tema de la salud. Por ejemplo, la piel del tiburón, por su composición y forma, no permite que se adhieran moluscos y crustáceos, tan siquiera microorganismos.

La piel del tiburón aplicada a la biomimética en la medicina está permitiendo crear tejidos y superficies antibacterianas. Algo similar ocurre con nuestras mascarillas y esparadrapo. Gracias a la aplicación de técnicas y compuestos presentes en la naturaleza, neutralizan los patógenos. ¿Quieres conocer más sobre nuestras mascarillas? En nuestro blog te lo explicamos al detalle.

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